lunes, 16 de marzo de 2009

Crisis de los alimentos: desarrollo vs. dependencia

Luego de los sucesos que acontecieron a nuestro país, entre un sector (como lo es el campo) y el gobierno nacional, es de menester comenzar a repensar la posibilidad histórica que tiene la nación en cuanto a la crisis de alimentos que azota al mundo.
El aumento de los precios internacionales de los alimentos, provocó revuelas por todo en sociedades dispares. En Argentina, uno de los mayores productores de materia prima, dichos efectos son “paradojales”: estamos en presencia de una increíble oportunidad, pero no tenemos la capacidad para lograr plasmarla en políticas agropecuarias (consensuado con los sectores económicos), de mediano y largo plazo, lo que llevó a la crisis institucional y social.

El futuro llegó
La seguridad alimentaría se ve en peligro para muchos países, tanto industrializados como subdesarrollados (el Reino Unido está en alerta y los países del hemisferio sur ya sienten las consecuencias de los altos precios en los granos. Hay que entender que, estos últimos, no tienen el ingreso per capita que si tiene el Reino Unidos, por ende, lleva a grandes revuelas y desesperación a la gente que ve imposible sanear la necesidad de alimento por los altos costes).
En el último año, los precios se duplicaron. Por citar un ejemplo, el trigo pasó de costar 200 dólares a 400 (en un año, este grano, aumentó un 130% en los mercados a termino).
Son varios los factores que influyen en dicha subida de precios: las malas cosechas realizadas por el sector (problemas climatológicos), un cierto espiral especulativo (lo mismo que lleva al petróleo a situarse en precios exorbitantes), el desarrollo de agrocombustibles (consecuencia del aumento del barril de petróleo), la gran explosión de la demanda, por la aparición de los agrocombustibles, pero también por el crecimiento de aquellos países emergentes como China.
El primer factor, fue determinante. Las grandes sequías que sufrió Australia, terribles heladas en nuestro país y la falta de sol y el exceso de agua que azotó a Europa. En lo que respecta al agrocombustible, no jugó un papel determinante a la hora del alza de precios. Estados Unidos, productor de dicho biocombustible, aumentó su producción de maíz.
Pero el último punto es el más determinante. El crecimiento económico de los países emergentes, sumado a su urbanización, modificó las formas de vida de sus habitantes: comen más y consumen mucha más carne. Por consiguiente, el aumento del nivel de vida en los países emergentes y un paulatino aumento de la población mundial hacen que los precios de los cereales se dispare.
La producción, para el mercado mundial, está concentrada en unos pocos países: la Unión Europea, Australia, Canadá, Estados Unidos y Argentina.
Estos, han elevado sus ingresos por esta situación. Pero se han disparado sus propias economías (niveles elevados de inflación). Por esto, han levantado barreras para mantener los precios internos a un nivel accesible. Como lo hizo Rusia, implementando tasas para las exportaciones, fijando cuotas en los volúmenes de venta. Estas medidas, aumentaron las tensiones y/o especulaciones subiendo así mucho más el precio.

Argentina: una posibilidad de desarrollo
Luego de la crisis suscitada en el 2001 (después de más de 10 años de convertibilidad, se derrumbó la economía nacional: el PBI se contrajo un 18%, y los valores de pobreza alcanzaron picos que va a ser difícil igual a futuro. Muchos economistas la comparan con la Gran depresión), el país tiene la posibilidad de comenzar a estructurar su economía.
Pero, hay que entender que dicha posibilidad no se tiene que pensar a un corto plazo ni mediano, sino a un largo plazo. Ahora bien, ¿Hemos superado aquellas épocas de sube-baja tan característica en la economía Argentina?
Si queremos comparar las economías de la década de los 90 con las actuales, no podemos dejar pasar una categoría de por demás importante: el dólar.
Todos sabemos que en los 90, la convertibilidad (un peso – un dólar) fue el caballo de batalla del gobierno Menemista. En el gobierno actual (tanto como en el Eduardo Duhalde) su estrategia es el dólar caro (tres – uno). La etapa menemista, trajo consigo la desindustrialización, ya que los productos nacionales no podían competir con los extranjeros (a igual valor, se elegía el producto de otro país). Con este gobierno, se reactiva la industria nacional, por la manutención del dólar elevado (sirve de barrera para los productos extranjeros mucho más caros). Pero también atrae industrias extranjeras por la mano de obra mucho más barata. Esto hizo que los niveles de pobreza bajaran y el superávit subiera estrepitosamente. También que se vieran beneficiados los exportadores (cobrando en dólar)
Es el gobierno quién sale a mantener el precio alto del dólar; y tiene que tener muchos ingresos para mantener el precio elevado ¿cómo se mantiene el dólar caro?, ¿cuál es la fuente que recurre el gobierno para mantenerlo alto? Endeudamiento, el superávit fiscal (política defendida por este gobierno. No es más que la acumulación desmedida de dólares en las arcas nacionales, para mantener el dólar alto –poder comprarlos-. Uno de los mayores ingresos, son las llamadas retenciones -impuesto aduanero- que hace que el superávit se mantenga en niveles altos) o la emisión monetaria.
Esto hace que no se pueda comenzar a pensar en otras políticas de desarrollo para el país. Mantener dicho precio, trae aparejado un nivel alto de inflación (el precio real de compra del peso es cada vez menor, por la suba de los precios internos).
En definitiva, el tipo de cambio trajo aparejado la exorbitante ganancia para los exportadores. Pero, la teoría del derrame nunca ha sido lograda como tal: aunque los números muestren un gran crecimiento económico, las ganancias siguen siendo para pocos y parece que no se está dispuesto a “compartir” con los demás.
La etapa del crecimiento fácil, ya ha terminado. Es necesario políticas que contemplen al desarrollo como punto de partida. Ciertamente los recursos están y el momento económico mundial es el apropiado. Es de menester no dejar en manos del mercado la economía, sino que el Estado sea el puntal de dicha ciencia.

Precios Internacionales: dependencia inagotable
Nuestros antepasados (Martínez de Hoz, hasta el menemismo), planteaban la necesidad de especializarse en lo que la naturaleza o las vueltas del mercado nos dejó: la agricultura. Esto no es más que, lo que David Ricardo planteaba, Ley de ventajas comparativas. Entendido esto como la manera que tiene el mercado de demarcar a cada país su especialización. Ahora bien, que paradoja que muchos de los países potencias produzcan alimentos y productos industrializados (caso Canadá, Estados Unidos y Australia). Nuestro país depende de los precios del mercado. Se dice que podemos subsanar todo lo que nos falta con la gran rentabilidad que nos da el agro.


Ahora bien, ¿nuestro destino es ser un país agrario sin posibilidad de desarrollo en otros aspectos industriales? La historia no da la razón a esta forma o modo de país (grandes fabricas cerrando y gente sin trabajo).
Está comprobado que la industria trae consigo y demanda mucho más empleo por unidad. Pero la buena competitividad de la producción agropecuaria, posibilita un importante nivel de exportación de estos productos e ingresa dinero y tiende a encarecer la moneda local (como se explicó con anterioridad). Esto hace que los demás productos sufran una depresión en su competitividad.
Es cierto, que dependemos de los precios internacionales del mercado. Sabemos que el mercado lo “manejan” ciertos países potencias. Pero, como plantea Dos Santos, hay factores externos he internos que afectan a que la economía no se pueda impulsar, produciendo, así, un sistema internacional en donde los países metrópolis dominan, de manera económica, a los países satélites.
Los factores externos están a la vista, pero ¿cuáles son los factores internos que hacen posible (y les convenga) esta dependencia? Son aquellos sectores que se ven beneficiados por la desindustrialización y hacen bandera de ella (desde Martínez de Hoz hasta los 90).
En definitiva, Argentina necesita diversificarse en su producción (ya di cuenta de ello). Urge un plan de desarrollo con políticas claras y sólidas a largo plazo, que traigan consigo políticas comerciales internacionales que “desobedezcan” el rol en la división internacional del trabajo; y, que hagan de la distribución del ingreso, la posibilidad de crecimiento.
El país enfrenta esa posibilidad. Hay condiciones internacionales prósperas pero que algún día se terminarán. Dependemos de ella. Pero la posibilidad de desarrollo es una potencialidad. Necesitamos de equidad, igualdad y fraternidad principios de la Revolución Francesa, principios que hacen a la Democracia; esta Democracia aceptada como modo de gobierno pero que no cumple con los requisitos de todos los ciudadanos. Es la oportunidad.

Linares, Julio César.

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