martes, 26 de junio de 2007

Pluralidad singular

La noción de pluralidad que recorre el accionar de Blumberg llama la atención.
Pensar en una Argentina pluralista, es pensar en que todos nos comprometamos desde nuestro lugar y aceptemos la visión del otro. Como predica el excelentísimo Presidente de los argentinos: Pluralidad ¿es plural dirigir la política desde solo una lugar en el que se sintió afectado él y es un tema sensible para la sociedad; me refiero al setentismo K? El ex ingeniero predica pluralidad. Una pluralidad bastante particular, al igual que nuestro Presidente.

Blumberg fue víctima, como otras tantas personas aquí, en Latinoamérica y el mundo. Blumberg trabaja para mejores políticas. Blumberg no cree en nuestra justicia, en nuestras leyes. Buenas leyes pero mal utilizadas (es como tener la mejor computadora pero no saber exprimir todo su potencial). Juan Carlos critica desde una posición particular (sufrió la pérdida de un hijo). Su opinión se vuelve cargadas de lexemas propios, llenos de subjetividad.
Pero, al igual que el Jefe de Estado, dio en el lugar que nos está doliendo como sociedad: la crisis social. Pero la inseguridad es su bandera y se queda ahí. Tiene mucho más aristas esta situación actual. No podemos pedir que se baje la edad imputable de los menores para que dejen de matar gente (fiel construcción de políticas de “mano dura”, como alguna vez este mismo personaje predicó en una marcha “apolítica”. Resulta ahora que es candidato a gobernador para la provincia de Buenos Aires).
El miedo de sentir que ni nuestra propia casa es segura. Por eso la gente responde: más de 5.500.000 firmaron un petitorio. Y él siente una base sustentable que le puede asegurar, aunque sea, un escaño.
Hay que entender que esta crisis social se resuelve con acción social superadoras de pobrezas, proponiendo planes educativos y una participación de los jóvenes en la sociedad.

Es un discurso interesante, con muchas aristas. Habla de aprender de los países desarrollados, aquellos en donde se pudo lograr el orden y, como desencadenante de este, el progreso. Ejemplifica a Inglaterra, como portadora y sustentadora de nuestro orden y luego progreso. Aquí abría que parar la pelota y pensar: ¿no nos recuerda a nuestro querido maestro, aquel que aparece en los billetes de cincuenta pesos? Orden y Progreso: bandera de aquellos pseudoliberales conservadores de la “famosa” década del ochenta.
Aprender de los países desarrollados ¿por qué no aprendemos de nosotros y construimos lo que nos parece mejor para cada uno de nosotros? Dejemos de ver a los otros mejores que nosotros y sentémonos a pensar que somos, que queremos ser y hacía donde queremos ir.

Linares, Julio César