domingo, 1 de julio de 2007

La verdad incomoda

¿Por qué nos pesa tanto la verdad? Cuando decimos que la religión (cualquiera fuese) es una forma de dominación, nos molesta tanto que comenzamos a negar la razón de ser de dicha institución ¿O acaso no lo es? Pensemos en un ejemplo bastante general y explícito: uno de los diez mandamientos (algo así como el “abc” de la vida en sociedad) dice “no matarás” o “no robarás” y nosotros no lo hacemos ¿No es dominar hacer lo que nos dicen los demás? Podemos pensar que es una forma de poder, o una creencia. A ver, la mayoría de las formas de poder que existen en nuestro planeta son formas de dominación. Poder económico, simbólico y social son ejemplos de ello.

Ahora bien, por qué cuesta tanto entender la verdad cuando pensamos que una empresa tabacalera o de bebidas no es una institución (entendida como hecho social) dominante cuando logra imponerse en el mercado. Acaso no confundimos a las demás bebidas gaseosas con el nombre de “Coca Cola”. Fumamos porque nos quita las ansias o fumamos porque la estructura dominante dice que lo hagamos. Aunque sea tienen una leyenda diciendo que el fumar es perjudicial para la salud ¿No es más perjudicial dominar a las personas más allá de lo que le hace bien o mal para su salud? Yo revería la leyenda.

Por qué nos cuesta tanto la verdad. Nos molesta como piedra en el zapato. No la soportamos. Es una mochila demasiado pesada para nuestras espaldas. Parece que fuese más fácil vivir bajo falsas conciencias configuradas por un “no lugar” como lo es el Mercado. Es paradójico que algo que no existe, no es tangible, no se percibe por nuestros sentidos sea El dominante. A una especie superior, como lo es el hombre, lo domina algo que no lo puede tocar, ni sentir, ni ver, ni oler. Es contradictorio, nuestros sentidos configuran e interpretan la realidad y, justamente, un “no lugar” imposible de percibir (pero sabemos que está ahí) nos manipula.

Por qué los factores externos de dominación se vuelven tan internos para las estructuras mentales del ser. Somos enajenados de nosotros mismos pero, a su vez, somos participes de la dominación. Desde un simple programa televisivo hasta una gran cadena de ropa. Todo hace que seamos como somos. Ahora una pregunta que se plantea ¿Somos lo que queremos ser o solo somos una simple copia de algo que quieren que seamos?

Pensamos y pensamos. Pero no pensamos más allá de nuestras narices. Es cierto que cada uno ve lo que quiere ver, y desde ahí construye su forma de pensar o vivir. Pero, aunque nos pese, la verdad está al frente de nuestros ojos. Hay que saber mirarla.

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